Noche mágica

El Barça ha vuelto. Las virtudes que hicieron de este equipo una maravilla hace unos meses, volvieron a verse ayer. Intensidad, circulación rápida, presión y ocasiones de gol. Sólo una objeción: los dos goles encajados, un peaje que, en Europa, podría pagarse caro. Pero la victoria ante el Olympique fue brillante. Guardiola llegó a reconocer, con la boca pequeña, que la primera parte había sido la mejor de la temporada. Por la importancia del partido, quizá, sí. Los jugadores salieron al campo muy mentalizados y conscientes de que tenían que marcar un gol pronto. No especularon con el resultado y el espectáculo lo agradeció. Cuando este Barça marca pronto, los rivales bajan los brazos. La de ayer fue una noche donde todos merecieron un excelente. Excelente en el campo por actitud e intensidad. Excelente en la banqueta porque Guardiola premió a los mejores con sus cambios. Excelente en el palco porque Laporta contuvo la euforia y siguió con su discurso prudente. Y excelente en la grada porque 86000 personas son muchas si, además, animan al equipo. Lo del público empieza a merecer una reflexión. No sé si es por el Seient Lliure pero tengo la sensación de que, ahora, quien va al campo, va a animar. El Camp Nou está dejando de ser tan silencioso. Volviendo al equipo, ya he dicho muchas veces que el fútbol, de vez en cuando, es más fácil de lo que parece y que cuando los buenos jugadores aparecen, el equipo gana. Ayer marcaron los cracks: Henry, Messi y Eto’o e Iniesta, el desequilibrador que desequilibra, volvió a ofrecer un recital. Durante su lesión me dijo: «Tranquilo que volveré mejor de lo que estaba». Y vaya si lo está cumpliendo. Después de dos partidos, parece que el Barça ha vuelto a llenar el depósito. Y ahora vienen dos semanas para, més o menos, terminar de recuperarse. Lo del abril será criminal. Eso sí, dulcemente criminal. Otros no podrán decir lo mismo.